19 de Septiembre a 5 de Octubre de 2014
42ºC
Manolo Espaliú
Generalmente la primera aproximación con la fotografía es a través de la llamada “fotografía de calle”. Quizás por cercanía y por facilidad pero también porque tenemos bastante interiorizada esa imaginería de los grandes maestros del S. XX en que la calle y el individuo son el sujeto por encima de otros temas. Siendo andaluces y viviendo en ciudades de origen islámico, las calles tienen ciertas diferencias por al urbanismo de las antiguas medinas andalusíes por su estrechez para evitar la insolación extrema, especialmente en los meses de verano cuando las temperaturas superan los 40º. Usando esos callejones en su favor y rompiendo la regla no escrita de que no es recomendable fotografiar a plena luz del día en verano en nuestras latitudes fue lo que, según comenta Manolo Espaliú, le llevó a los 42º:
“El trabajo surge de cierta rebeldía sobre lo que dicen los cánones. La luz en el sur es maravillosa pero no en todo momento. En plena canícula es extremadamente fuerte y decidí usar este inconveniente en mi favor. Siempre admiré el trabajo de autores como Trent Parke y quise enfocar el trabajo de ese modo, con imágenes en los que la sombra fuera protagonista aunque siempre emparejemos inconscientemente el calor con la luz. Goethe, como estudioso del color, ya decía donde hay mucha luz, la sombra es dura. Puede parecer muy trivial pero detrás encierra todo un mundo y aquí en el sur lo conocemos bien.
El trabajo no habla de ninguna ciudad en particular por eso evito cualquier referencia al contexto espacial, más bien de ese momento exacto en el que rebasamos esa línea fina naranja que divide lo que ocultan las sombras y lo que la luz hace visible y que separa el desasosiego y la ansiedad del alivio en el refugio de la sombra. Utilizo las calles orientadas al oeste que, como focos en un estudio, aíslan el sujeto casi alienado como consecuencia del calor. Ego solus ipse.”
42º C evoca referencias tangenciales con el claroscuro de Caravaggio o la escuela sevillana pero igualmente a los primeros trabajos de Philip Lorca Dicorcia, la obra en blanco y negro de Ray K. Metzker o la obra de autores más contemporáneos como el americano Jhad Nga o el colombiano Manuel Vázquez. Todos emplean la calle como escenario y usan la luz (o su ausencia) de un modo similar para hablar de sus mundos creando intrigantes atmósferas que invitan a preguntarnos sobre los imágenes.
FIGURAS, LUZ, SOMBRAS, CALOR
Juan María Rodríguez
Transeúntes emergiendo de las sombras hacia la luz justo en esa línea naranja y divisoria en la que la luminiscencia cenital y abrasadora del verano divide en dos –claridad y tinieblas- las calles del centro de Sevilla. Paseantes cruzándose bajo el sofoco, también lumínico, de los 42 grados centígrados que, anónimamente, interactúan entre sí gestualmente o se interpelan –nos interpelan- clamando su abatimiento sorprendido por el ojo de la cámara: combatientes derrengados del verano que han coincidido en el vértice exacto de ese “instante decisivo” que escinde lo que la sombra ciega y lo que la luz hace visible.
Calurosas geometrías urbanas compuestas de lo que está hecha la fotografía: sombras y luces. Más la espesura flotante de los 42 grados, que se hace carne sudorosa no sólo en el gesto abatido, sino justo en el contraste y la violenta explosión de las luces. Se puede sentir la fisicidad del calor en estas fotos. La celebración del combate entre el sofoco de la luz ardiente y la tenue salvaguarda de las sombras celebrado en el límite, también psicológico, de los 42 grados centígrados.
En los últimos años, la pujante “street photography” ha convertido la piel urbana en un plató tan incesante como, en ocasiones, irrelevante. Manolo Espaliú (Sevilla, 1970) suma su intuición para las geometrías y la composición de las figuras dispuestas como volúmenes, al modo del arquitecto que, finalmente, decidió no ser para abrazar del todo a la fotografía.
Y es, precisamente, esa capacidad para aislar a los paseantes elevándolos a iconos conceptuales a menudo aislados del marco de su entorno urbano por su talento técnico y artístico, lo que convierte estas calculadas capturas callejeras de Manolo Espaliú en un inquietante y sorprendente abanico de abstracciones elaboradas, bajo la apariencia de lo real, exclusivamente con figuras humanas, luz, sombras y calor. Mucho calor.