CITA con El Fotómata. María Cañas, Martín Rueda, Carlos R. Liñán, David Jiménez, Diego Ortiz, Miguel Romero, Gabriel Campuzano, Arturo Marín, Tiago Da Cruz. Comisario: Ricardo León / CITA CON EL FOTÓMATA

© María Cañas

31. de Octubre - 16. de Enero 2009

CITA con El Fotómata. María Cañas, Martín Rueda, Carlos R. Liñán, David Jiménez, Diego Ortiz, Miguel Romero, Gabriel Campuzano, Arturo Marín, Tiago Da Cruz. Comisario: Ricardo León
CITA CON EL FOTÓMATA

La sala El Fotómata, coincidiendo con la celebración de la BIACS, presenta su apuesta por la fotografía de autor contemporánea. Se trata de la personal visión del mundo, a través de la mirada de nueve artistas que definen la línea de trabajo de la galería. Un universo de emociones, registros de la memoria, llamadas de atención u oportunidades para la reflexión, que nos permite compartir el microcosmos individual de estos fotógrafos.

Carlos R. Liñán (Sevilla, 1967) presenta una instalación en la que desacraliza el valor de la fotografía, para convertirla en un objeto tan cotidiano como los "Tetrabricks" de cualquier supermercado. Hay en ello un guiño al espectador, una invitación al juego, a la intervención y, desde luego, un deseo de transgredir que recuerda a los grandes del arte Pop. Además, demuestra qué imperceptible puede ser la frontera entre los medios artísticos, cómo desde la bidimensionalidad de la fotografía podemos pasar a la tercera dimensión y a la espacialidad de la instalación escultórica. Completa la obra, con un tono más conceptual, el desarrollo plano de algunas de las piezas.

David Jiménez (Alcalá de Guadaira, 1970) fotógrafo que inauguró la sala el pasado mes de enero, recupera una de sus series, "Paisaje", ofreciéndola de forma renovada en una composición que insinúa una brisa de aire fresco. Frente a su habitual b/n, ha optado por el color en pequeños fragmentos de su realidad personal, que se convierten en los diminutos versos de un particular poema visual. La obra de Jiménez es sutil, delicada, apenas imperceptible como una leve brisa otoñal. Se erige así en el contrapunto de los otros artistas que trasmiten la fuerza desgarradora de su interior, y es la prueba de la armoniosa convivencia de diferentes lenguajes en la fotografía contemporánea.

El fotógrafo Diego Ortiz (Madrid, 1968) nos muestra dos espectaculares obras que definen perfectamente su trayectoria reciente: "Pared 2 luces" y "Pared Ocre". Son esos habituales espacios arquitectónicos que, a fuerza de repetidos, pasan desapercibidos ante nuestra mirada. Posiblemente la rutina de lo cotidiano, la prisa y el estrés nos han puesto una venda y nos aíslan de la realidad. Suprimir el factor humano, elegir ese particular formato y descontextualizar el espacio, son algunos de los recursos que el artista emplea para forzarnos a una contemplación distinta. Si somos capaces de redescubrirlos de forma sosegada, silenciosa e individual, tal vez podamos encontrar esa “puerta de atrás”.

Miguel Romero (Sevilla, 1971) desde s/t nos invita una vez más a implicarnos en la historia, a convertirnos en un jugador que participa en el desarrollo del proceso fotográfico. Consigue despertar nuestra curiosidad secuenciando su experiencia, y nos anima a ser protagonistas de ella. Haber elegido el procedimiento de la cámara obscura nos traslada a otro tiempo, y le sirve para envolvernos en la duda de la difícil disyuntiva entre ficción y memoria. La fotografía ya no es sólo documento. Más allá, se convierte en pretexto para la reflexión continua sobre la naturaleza de la imagen fija. El desvaído oro de sus rescatados marcos encierran no ya la realidad, sino tal vez el sueño.

Gabriel Campuzano (Sevilla, 1955) por una vez, parece haber abandonado su pasión por la arquitectura. Pero es tan sólo una apariencia, el carácter científico y el análisis sistemático conectan una vez más con su formación técnica. En su afán de reducir los factores subjetivos para aproximarse a la idea de inventario, consigue eludir la expresión y el sentimiento. Y una vez ausentes trasforma los rostros en aparecidos, en seres sin nombre con los que podemos trasladarnos a otra dimensión. "Si tu retrato es el velo de la mirada mía" es la oportunidad de trascender a otra realidad, de traspasar el umbral de una puerta que no tenemos la certeza de dónde nos conducirá. Sus polaroids transferidas son esta vez el depósito de un imaginario personal y personalizado.

El gaditano Arturo Marín (Algeciras, ) también trabaja con polaroid en "Lo que joden las moscas" y plantea una instalación, aparentemente banal y divertida, pero llena de significado. A partir de las fotografías desechadas por el autor, anima a participar al público en el juego del mercado del arte. Puedes elegir, poner precio, adquirir e incluso robar la imagen que más te atraiga. Pertenecen a ese mundo surreal al que nos tiene acostumbrados, y el mismo tono adquiere la propuesta. Desde la ironía y la parodia podemos reflexionar sobre el sentido del arte, su difusión, el valor, el mercantilismo, y el papel del artista y el espectador. Una oportunidad, sin duda, para convertirnos en curator, en coleccionista, en jefe de subasta o en el propio artista.

Una selección de la serie "Paraíso perdido" es la propuesta de Tiago da Cruz (Caldas de Rainha, Portugal, 1976) en la que a través de diferentes formatos, revisa los escenarios por los que trascurre el devenir cotidiano del individuo en la urbe. Y lo hace recogido en insignificantes fragmentos de la realidad, que más que documentarla sirven para evocar, historiar, sugerir... El objeto, el escenario, el entorno, se convierten así en huella, en rastro, en testimonio de una historia que jamás nos han contado. Y en ella, el propio acto de fotografiar ya es de por sí importante. Los vacíos y silencios que nos muestra, sólo se llenarán para quien sea capaz de mirar dos veces.

María Cañas (Sevilla, 1972) acaba de incorporarse a El Fotómata y su presentación con "La Virtud Demacrada" es, como ella misma, sonada, llamativa y desmesurada, imposible pasar desapercibida. Y nos alegramos con ello, y le damos la bienvenida. Nunca su imaginario fantástico, su apropiacionismo de imágenes de la historia de la pintura o el cine – que ya es casi un lenguaje clásico- había sido presentado de forma tan solemne, convertido en retablo donde el público de hoy adore los iconos de la sociedad actual. Las dramatizadas hagiografías de sus particulares devociones, más que tranquilidad y reposo espiritual, nos inundan de convulsiones y desesperados pálpitos. La brisa se trasmuta en tempestad, el silencio en desesperado canto. ¡Ave María, Cañas!

Y Martín Rueda (Sevilla, 1964) que presenta dos obras muy diferentes en cuanto a la técnica, al concepto y al contenido mismo. En la primera: "El hombre como un grano de arena" es un gran mural fotográfico compuesto por diversos formatos, con manos impregnadas de arena de la playa, plantea una reflexión sobre la igualdad y la diversidad del ser humano. En la distancia y entre la multitud, nos confundimos con la masa y todos parecemos iguales. En la cercanía y la individualidad, todos somos únicos, como cada huella de nuestros dedos, como cada grano de arena pegado a ellos. La propia estructura del mural permitiría mostrarlo de forma distinta en ocasiones diferentes.

La última obra "Sueños" es, como ya he dicho en alguna ocasión: Martín Rueda en estado puro. Se trata de una gran caja de luz en la que el artista vuelca a borbotones sus sentimientos y sus pasiones más profundas. Su mundo interior lleno de fuerza, de carga erótica, de desgarro, de violencia y provocación. Los retazos de una vida que sólo la fotografía y el lenguaje artístico transforman en argumento lícito para mostrar. Y es la propia luz, la materia prima de la fotografía, la que traspasa la imagen fija y la traslada hasta el rostro del espectador. Es entonces cuando nos vemos involucrados en la escena: ¿testigos? ¿cómplices? ¿jueces? Cada uno decida dónde se sitúa.

A todos ellos, mi más cordial enhorabuena y mi agradecimiento.

Ricardo León.

2008