19. de Junio - 15. de Julio 2009
ZWISCHENZEIT
Pedro Majuelos
Cuando conocí a Pedro me encontraba en una inauguración surrealista en la UFCA de Algeciras donde me vistieron de barrendero astronáutico para lanzar globos con mensajes fotográficos. Allí él me invitó a ver su trabajo en una pantalla de ordenador rodeado de bullicio y globos que se pegaban al techo. No podría parecer esta la mejor forma de disfrutar de su trabajo y aunque efectivamente no lo era quedó en mí ese regusto que no abandona tu memoria cuando paladeas algo bueno.
Pasaron los meses y las circunstancias me hicieron volver a ese título impronunciable: Zwischenzeit. Zwischenzeit ya expuesta en otras salas se reinventa en El Fotómata con una selección en la que lo simbólico, la sugerencia y esa magia que puede contener lo cotidiano queda aislada de la parte más evidente del trabajo.
Esa alusión a un tiempo entre acontecimientos, ese tiempo intermedio como posible traducción del término alemán me hace pensar en el instante intersticial de Robert Frank. Detenerse en aquello que casi no acontece, esos momentos o espacios que no acaparan nuestra atención, que permanecen como ocultos a la vista estando continuamente delante de nuestros ojos. Hablaba Josef Saudek que había un tempo determinado en que un objeto cotidiano alcanzaba el momento de ser fotografiado.
Detenernos en lo simple y su complejidad. Ser capaces de limpiar la resaca de nuestros sentidos llenos de momentos estelares o de fuegos artificiales para que puedan apreciar como en American Beauty la belleza de una bolsa de plástico movida, elevada por el viento. En Zwischenzeit existen la calma e intimidad necesarias para darnos cuenta de que hay vida bajo las cosas, de que el mundo esta lleno de una belleza serena y sin estridencias que nos espera a cada paso si somos capaces de verla.
Pedro Majuelos nos regala a través de esa cámara clásica y sin artificios a la que yo también rindo mi devoción el contacto con la magia del mundo. El contacto con una materia y una realidad que no necesita inventos ni especulaciones rebuscadas para lanzarnos al otro lado del espejo.
¿Qué hay más mágico que la propia luz que nos inunda todos los días?
Martín Rueda.